Las toallitas húmedas protagonizan el tercer capítulo de la campaña de información que el Ayuntamiento de Alpedrete realiza sobre algunos productos de uso diario que pueden ser especialmente perjudiciales para el medio ambiente. Las toallitas se unen a las bolsas de plástico y los bastoncillos de los oídos.
Las toallitas húmedas tardan más de 100 años en degradarse. Las hay de muchos tipos: wc, desmaquillantes, de bebé, de manos, para limpiar el polvo; y su uso masivo ha extendido el conocimiento de los problemas que pueden causar, aunque en realidad sus efectos nocivos se conocen desde hace décadas.
En las alcantarillas de Nueva York se han localizado masas de toallitas húmedas de 80 metros de largo y 100 toneladas de peso, en Londres otras de 130 toneladas y una longitud de casi 200 metros, en San Sebastián una bola de 75 m3 colapsó una de las principales redes de saneamiento, en Valencia una bola de 1 kilómetro de largo y 1 000 tonelas atascó un colector… Los ejemplos son múltiples y sus consecuencias muy graves ambientalmente y carísimas. Cada año se destinan en la Unión Europea 1 000 millones de euros, en España las pérdidas que provocan se estiman en unos 200 millones de euros.
Las toallitas húmedas atascan las cloacas de la red de saneamiento de aguas residuales y en otras ocasiones acaban colonizando el mar o las playas (la imagen que ilustra esta campaña es la de la playa de la cala de Bou, en Ibiza, fotografiada por J. A. Riera) porque no se deshacen en contacto con el agua. En los envases se señala que son biodegradables, pero lo cierto es que no se rompen y que las fibras sintéticas que contienen pasan al agua, contribuyendo a la contaminación de los ecosistemas con micro plásticos. Las toallitas deberían estar hechas de fibras entrelazadas de forma caótica para deshacerse, como sucede con el papel higiénico, pero la realidad es que en su proceso de fabricación no se suele utilizar celulosa (más cara que los compuestos plásticos que se usan) y se someten a gran presión para hacerlas resistentes, lo que impide que se desintegren.
Otro problema se produce porque se identifica la palabra “biodegradable” con el concepto “se puede tirar al inodoro”. Ese error repetido en el tiempo causa los grandes atascos en las redes de saneamiento. Biodegradable significa que se degrada por acción biológica, lo que nada tiene que ver con tirar las toallitas al váter ni asegura que la degradación se produzca en un corto espacio de tiempo (antes de que la masa de toallitas atasque un colector, tapone una red de saneamiento o colapse una depuradora).
Las toallitas nunca se deben tirar al inodoro. Si se consumen deben echarse en el cubo de la basura y depositarse en la fracción de resto. Su uso se puede sustituir por papel higiénico, toallitas de tela o esponjas reutilizables.
La Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS) ha manifestado en múltiples ocasiones su preocupación por los problemas que provocan las toallitas húmedas cuando se tiran por el inodoro. De hecho, AEAS elaboró un “Manual de buenas prácticas urbanas en sistemas de saneamiento público” en cuya primera página se lee “El saneamiento no es un basurero”.
Otros elementos de la campaña de información:
- 1 bolsa de plástico tarda 400 años en degradarse
- 1 bastoncillo de los oídos tarda en degradarse 300 años