“Tengo un sueño, un solo sueño, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera que soñar”.
Esta frase escrita en una cartulina por los alumn@s de 1º de la ESO del IES de Alpedrete ha ocupado la escalinata del Ayuntamiento durante la celebración del Día Internacional de la Mujer. Durante media hora la Plaza de la Villa se ha llenado de mujeres y hombres que con su presencia han pedido IGUALDAD. El acto había sido convocado por el Ayuntamiento de Alpedrete.
El alcalde de Alpedrete, Carlos García-Gelabert ha recordado las palabras de Rosa Luxemburgo:
“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.
Posteriormente, la concejala de Igualdad, María Luz Sancho, ha leído el siguiente manifiesto:
“El Día Internacional de la Mujer conmemora la lucha de las mujeres por alcanzar la igualdad en la sociedad. Es por tanto una jornada de reivindicación y lucha contra la desigualdad entre mujeres y hombres.
El 8 de marzo representa una ocasión para el recuerdo y el homenaje a las mujeres que impulsaron estos ideales. La igualdad real y efectiva entre las mujeres y hombres constituye un principio esencial recogido en la Constitución Española.
No olvidemos que cada 8 de marzo celebramos la alianza entre mujeres para defender nuestros derechos conquistados. Fue la unión de muchas mujeres en el mundo, la que consiguió grandes victorias por todas nosotras y nos trajo derechos que poseemos hoy queda mucho que hacer y nosotras seguimos ahí.
No podemos dejar de hablar del micromachismo en el día de hoy, suele pasar desapercibido, lo naturalizamos como algo normal, inocuo, que no causa ningún efecto. Lo apreciamos en la calle, en la escuela, en el trabajo, con nuestros amigos, no es algo propio solamente de los hombres ni de todos los hombres, son actitudes y pensamientos, tan naturalizados en la sociedad que a veces surgen, incluso, desde las propias mujeres.
Aunque hay un equilibrio en puestos de trabajo todavía existen diferencias en algunas disciplinas. Asimismo, consideramos que la brecha salarial entre mujeres y hombres constituye una discriminación por razón de sexo. La lucha por la equiparación salarial entre hombres y mujeres ha de fomentarse a través de la implantación de políticas de igualdad en nuestros pueblos y ciudades. Esta brecha salarial no solo afecta negativamente a las mujeres en su etapa laboral, sino que repercute negativamente en las pensiones que reciben cuando se jubilan, suponiendo que serán pensionistas pobres al haber tenido menores cotizaciones en la Seguridad Social.
Expresamos nuestro compromiso y nuestra voluntad de promover desde el Ayuntamiento, el pleno establecimiento de esa igualdad real y efectiva, en todos los ámbitos de la sociedad y en toda la extensión del ser humano”.
También ha intervenido Guiomar Romero “por ser mujer y maestra”, se ha presentado, leyendo una carta titulada “Yo paro” escrita por Silvia Guijarro: madre, maestra y mujer.
“Porque se lo debo a Clara Campoamor, que se enfrentó a sus compañeros de partido por defender mi derecho al voto y vio cómo su carrera política hacía aguas para que yo pudiera votar. Gracias, Clara. Yo no pongo en juego mi carrera, pero quiero seguir luchando como tú.
Porque se lo debo a mi madre, que dejó de estudiar para ayudar en su casa porque, total, ella se casaría y encontraría un hombre que la mantuviera a ella y a sus hijos, no necesitaba tener estudios; pero se encargó de que yo tuviera la oportunidad que ella no tuvo. Gracias, mamá.
Porque se lo debo a las feministas que lucharon para que en 1961 se aprobara la Ley de Derechos Políticos Profesionales y Laborales de la Mujer. Gracias, compañeras.
Porque se lo debo a las 146 mujeres que murieron calcinadas en una fábrica textil de Nueva York mientras luchaban por mis derechos laborales. Ojalá no tuviera que daros las gracias.
Porque se lo debo a las feministas que consiguieron en 1981 (yo ya había nacido) que las mujeres dejáramos de necesitar el permiso de nuestro padre o marido para poder trabajar, abrir una cuenta en el banco o sacarnos el carné de conducir (entre otras tantas cosas). Gracias a vosotras yo hoy trabajo, tengo una cuenta en el banco y conduzco, sin permiso de ningún hombre.
Porque se lo debo a Olympe de Gouges, que escribió la Declaración de derechos de la mujer y la ciudadana para exigir que los derechos logrados con la Revolución Francesa se hicieran extensibles a las mujeres; y murió en la guillotina por ello. Gracias, Olympe. Yo no voy a jugarme la vida, pero quiero honrar tu lucha.
Porque se lo debo a las feministas que secundaron la huelga de 1975 en Islandia con la idea de demostrar qué si las mujeres no acudían a trabajar, no cuidaban a sus hijos y no hacían tareas domésticas el país no podía funcionar. Se calcula que hasta el 90% de las mujeres islandesas secundó la huelga. Cinco años después, en 1980, Vigdis Finnbogadóttir, una de las manifestantes, se convirtió en la primera jefa de estado del mundo elegida democráticamente. Gracias compañeras, por demostrar que la lucha sí sirve, siempre sirve.
Porque se lo debo a todas ellas, el 8 de marzo, yo paro. La pérdida de una pequeña parte de mi sueldo es poca cosa comparado con lo que muchas de vosotras entregasteis para regalarme los derechos que hoy gozo. Pero permitidme que, a pesar de lo importante de vuestra lucha, yo le dedique la mía a otras mujeres.
Porque el 8 de marzo yo paro porque se lo debo, sobre todo, a mi hija y a las hijas de todas las mujeres del mundo. Porque espero que algún día, dentro de unos años, nuestras hijas escriban artículos agradeciendo que las mujeres de hoy conseguimos que ellas cobraran lo mismo que los hombres, que tuvieran acceso a puestos de responsabilidad sin condicionamientos relacionados con su vida familiar, que la violencia machista dejara de matar a miles de mujeres en el mundo… y que les parezca mentira que todo esto sucediera cuando ellas eran pequeñas.
Perdóname, hija, si mereces un mundo mejor que el que te verá crecer. Pero si no sirve de nada, incluso entonces, servirá para enseñarte desde el ejemplo que ante la injusticia siempre, siempre, merece la pena luchar.”