“El día que los juegos tradicionales y el rock reinaron sobre las vídeo consolas y los sonidos electrónicos” podría ser el título de una novela de éxito (tal vez). Pero la frase encierra un hecho más sencillo, casi literal.
Niños y niñas, padres y madres, abuelos y abuelas se unieron ayer en torno a tableros de juegos conocidos por todos, esos que se denominan tradicionales. Eran las cuatro de la tarde y durante tres horas el parque de El Peralejo se convirtió en un tablero gigante en el que se colocaron hasta 100 juegos desenchufados. Suficientes para agradar todos los gustos. Desde el ajedrez gigante hasta el juego de la rana, pasando por la subida a la cucaña (jamón en lo alto) que necesitó de la colaboración de varios en forma de torre humana para conseguir el botín. Fue la tarde en la que no hubo, al menos por un rato, vídeo consolas ni juegos de móvil.
Y ese espíritu alejado de la electrónica se trasladó a la carpa instalada en la Plaza de Villa a las doce de la noche, al mismo lugar donde cuatro horas antes un niño y tres niñas de los colegios públicos del municipio habían leído el pregón de las fiestas de Santa Quiteria. En el escenario “Carretera y Manta”, dos viejos conocidos que ganaron su derecho a actuar al ser los vencedores de la categoría rock del Festival Stone celebrado en pasado mes de septiembre. Tocaron temas de siempre, apartados de la electrónica, y llegaron a reivindicar como principiante al maestro Bob Dylan.
Fue la tarde-noche en la que los juegos tradicionales y el rock dejaron imágenes para el recuerdo.